jueves, 21 de enero de 2010

Con el paso Cambiado


En los medios sigue la polémica sobre la verdadera realidad del maltrato y el sistema judicial. Hace poco leía a un amigo: Narcís Esteva Moreno unas consideraciones sobre el maltrato y los maltratadores muy acertadas, porque explican el origen histórico de este tipo de situaciones. Le pedí que las escribiera y aquí dejo esta carba abierta.



"Con demasiada frecuencia nos llegan noticias sobre actos de violencia sobre las mujeres que son del todo irreparables en su mayoría. Cada año mueren a manos de sus parejas muchas, demasiadas mujeres en España.

Con demasiada frecuencia tenemos que oír que este fenómeno no es nuevo, que esto ha ocurrido siempre, que lo que pasa es que ahora se le da publicidad y parece que el problema sea más importante de lo que es en realidad. Me parece un grave ejercicio de cinismo mantener esta opinión y defenderla, tampoco me parece de recibo echarle la culpa al gobierno como hacen algunos.

Esta situación que preocupa a muchos de boca para fuera hay que situarla un poco en su contexto para por lo menos entenderla mínimamente.

Hasta hace pocos años, la mujer abandonaba la tutela del padre para pasar a estar bajo la tutela del marido, en muchos casos esto podía ser una liberación y en otros el inicio de un calvario que agudizaba su dureza con el paso de los años: Mujeres sometidas a la voluntad del marido, obligadas a obedecer y satisfacer todos sus deseos sín contar para nada. Por mandato de los púlpitos la mujer debía ser sumisa, obediente, discreta y no contrariar al marido.

Si recibía malos tratos, debía callar, aguantar y no pedir explicaciones pues seguramente era ella la que había provocado esta situación.

Los tiempos han cambiado y más que cambiarán. Con el acceso de la mujer a la formación y a la información así como al mercado de trabajo, ha podido demostrar su capacidad (con un esfuerzo suplementario), ha podido ganar autonomía, demostrando que aún con muchas trabas e impedimentos es capaz de mantenerse sola y sin un hombre al lado que tutele sus pasos y administre sus derechos.

Todos los cambios sociales que han desembocado en un nuevo modelo de mujer que quiere y debe decidir por si misma, han cogido al hombre con el paso cambiado. El hombre no podía imaginar que las cosas serían así, estaba demasiado seguro de su papel y el rol de poder que venía ejerciendo, en definitiva, el rol que se le había transmitido.

La incapacidad del hombre en darse cuenta de los cambios sociales que se operaban ha sido monumental y de la noche a la mañana se ha visto cuestionado en su papel por la presencia de la mujer en pie de igualdad.
El macho no ha sabido encajar esta nueva situación, no ha tenido habilidades (nunca las había necesitado) para metabolizar que la mujer no es un ser discapacitado, incapaz de tomar decisiones, de ser autónoma en definitiva.
Creo que es ahí, en esta incapacidad masculina, donde radica el actual germen de violencia contra la mujer. La mujer ha aprendido a decir NO y día a día son más las que no están dispuestas a aceptar un resignado papel de autista.

La mujer sin proponérselo le ha ganado la partida al hombre, le ha cogído in albis y desarmado en muchos casos ante esta situación echando mano de los recursos machistas que afloran cuando se ha visto obligado a hacer frente a conflictos que se le plantean y que a su entender atentan contra su asumido rol masculino.

Los conflictos muchas veces acaban en violencia, en muerte. Hay que distinguir entre dos tipos de violencia: la física y la psicológica.
Muchas veces van juntas. La violencia psicológica tiende a minar la autoestima de la mujer, creando en ella sentimientos de culpabilidad
y síndrome de Estocolmo y depresión, lo que genera más violencia.

La violencia ejercida contra las mujeres es un fenómeno interclasista. El bajo nivel socioeconómico no va forzosamente unido a la violencia. El maltratador puede ser cualquiera.

Las medidas que se puedan tomar desde el poder pueden ayudar a frenar el impacto de la violencia pero no lograrán hacerla desaparecer. Este fenómeno es de largo recorrido y lo único que podemos hacer es poner especial atención en las nuevas generaciones, para que tanto en el seno de la familia como en las escuelas e institutos puedan trabajar la empatía, el reconocimiento de la igualdad de géneros y el respeto a los demás. "

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Blog para la Igualdad

I.E.S. "Federico Mayor Zaragoza" (Sevilla)

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