sábado, 26 de junio de 2010

Pedro Almodóvar y los Nuevos Papeles


Terminado el curso escolar, y agotando las últimas horas repletas de burocracia y aplicaciones telemáticas, estando próxima la mudanza a un nuevo instituto en el que poder seguir ejerciendo la compleja pero fascinante tarea de educar, me gustaría realizar un pequeño homenaje a mi director de cine favorito. Porque él como pocos en España ha sabido dotar de nuevos papeles a hombres y mujeres en una época en la que el cine español estaba anquilosado y, tras los años de la Dictadura, andaba a medio camino entre las peículas de destape, de fuerte contenido machista, y los experimentos de cine de autor tan lejanos a la sensibilidad del ciudadano medio.

Hijo de la cultura pop, en 1980 daba por concluido su primer largometraje, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, tras unos años de autoaprendizaje. En clave de cómic sadomasoquista, no dudaba en ridiculizar la figura del macho español, ni tampoco en presentar a unos personajes tan grotescos como encantadores. Era la época de la llamada Movida, de la cual bebe también Laberinto de pasiones y esa continua duda sexual de sus dos personajes principales. Eran nuevos atrevimientos, sacrílegos si se quiere, que ponían patas arriba los cimientos de la gente bienpensante de este país. Así nos lo dice Entre tineblas y el amor homosexual de una monja y una cantante de boleros.

Es un lugar común identificar a Almodóvar como un director de mujeres. Y pese al tópico, no podemos negar que es cierto. La visión que dio sobre una ama de casa de un barrio periférico madrileño en ¿Qué he hecho yo para merecer esto! merece nuestra atención, sea cual sea la perspectiva que se tome. Como contrapartida, nos podríamos fijar en el papel opresor que otorga a la Iglesia Católica en algunas de sus obras, como podemos ver en la férrea madre ultrarreligiosa de Matador, que le impide a su hijo asumir su propia sexualidad.

En 1986, con La ley del deseo, firmó una de sus obras más personales. Aunque había habido en España cintas con la homosexualidad como tema central (Los placeres ocultos o El diputado, de Eloy de la Iglesia, son dos buenos ejemplos), en este caso la película se centra en la historia de amor, sin insistir en el sexo de los personajes que se enamoran, tratando así de normalizar al colectivo. Después llegaría la exitosa Mujeres al borde de un ataque de nervios, en la que el feminismo se puso al servicio de la comedia, o Átame, en la que sin embargo la mujer termina sometiéndose al hombre víctima del síndrome de Estocolmo.

Tras una historia de desencuentros entre una madre y una hija precían econtrarse historias más profundas. Hablamos de Tacones Lejanos. Nada es casual, ni gratuito. No lo es la violación en Kika, puesto que los obstáculos a los que ha de someterse la liberan para poder rehacer su vida de forma independiente, como tampoco lo es la depresión de la protagonista de La flor de mi secreto, ya que logra superarla con la ayuda de sí misma cuando todo parecía derrumbarse bajo sus pies.

Historias más convecionales como Carne trémula, otras tan llenas de vida como ese hermoso homenaje a la mujer (y a los que quieren ser mujeres) en Todo sobre mi madre, obras tan íntimas y tan profundas como Hable con ella, el cine de Almodóvar ofrece una perspectiva rica en matices, aún casi insólita en un país en el que la mayor parte de los creadores no parecen dispuestos a ofrecer esos nuevos papeles de los que tanto hemos hablado aquí durante estos últimos meses.

Sus últimas obras confirman este extremo. Y ya sea en La mala educación, verdadero bofetón a la Iglesia que hoy, casi diez años después, es tema de actualidad tras las sonoras protestas de la clase más conservadora de este país, ya sea en Volver, en la que las muertas resucitan para ayudar a las vivas, ya en Los abrazos rotos y su complicada trama de amores perdidos, Almodóvar siempre parece que tiene algo nuevo que decir.

Por eso, y a pocos días de terminar en este centro, quiero recordar esta figura, sin la cual la historia del cine español no hubiera sido la misma. Pese a quien pese...

2 comentarios:

  1. Tengo que reconocer que por la época de mujeres al borde de un ataque de nervios Almodovar no era de mi agrado,pero a partir de la flor de mi secreto descubrí que tenía mayor sensibilidad de la que aparentaba. Tengo pendiente volver a ver alguna de las paelis anteriores para descubrir si el que ha cambiado ha sido él o yo.

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  2. Mi favorita es la ley del deseo, me conmovió hasta dentro y realmente trastocó muchas de mis ideas sobre las cosas.
    Claro que todo sobre mi madre es especial.

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Blog para la Igualdad

I.E.S. "Federico Mayor Zaragoza" (Sevilla)

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